domingo, 8 de mayo de 2011

Severiano

No es la primera vez que me asalta el mismo pensamiento: muere una persona, alguien conocido, y de repente parece que todo el mundo, absolutamente todo, está apenadísimo porque se haya ido. Es más, por lo visto, debo de ser la única persona en el universo que no sabía que Severiano Ballesteros era el tipo más grande de la historia: gran deportista, excelente persona, guapo, carismático, divertido, tenaz...

Y digo yo, ¿cómo saben todos esos que lloran en los periódicos y sus foros lo buena persona que era este hombre (cosa que en absoluto pongo en duda, vaya por delante)? ¿Acaso le trataron alguna vez? ¿Acaso son amigos de alguien que a su vez fuera íntimo de Seve? Yo diría más bien que la mayor parte de los que tanto se lamentan no son más que oportunistas que se apuntan al carro de las plañideras de alquiler, esas que no tenían ni la menor idea de quién era el muerto ni de lo que hacía y a las que, por cierto, el deporte que el difunto practicaba se la trae floja y pendulona. Pero queda muy bien, queda estupendamente escribir un par de líneas en tu Facebook lamentando la muerte de "tan excelente persona, humana y deportivamente hablando", incluso en el caso de que, hace apenas unos días, no tuvieras ni la más repajolera idea de quién era, qué hacía o qué enfermedad le aquejaba.

Como quiera que sea, descanse en paz Severiano. Pero que descanse como cualquier otro difunto, ni más ni menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario